martes, 28 de agosto de 2007

Niños y "ninots"

Mi mochila llegó a Nepal repleta de una tropa de animalillos de variados colores, formas y tamaños.

Todos compartían un denominador común: eran los peluches de mis sobrinos - ojo, no mis propios sobrinos – cedidos con mayor o menor resistencia para que los regalara en los orfanatos a visitar.

No obstante, la experiencia me ha demostrado que no es en ellos donde más falta hace o donde son más deseados, pues mucha gente con la misma o mejor intención que yo ha llevado ya cientos (esto no tiene por que ser así en todos los orfanatos, ojalá, pero al menos se cumple en los que he visitado).

De modo que hoy me decidí a repartir cuatro de ellos por la calle, a modo de experimento. La "población objetivo” la formaban niños de los llamados “de la calle” - como si ésta pudiera dar a luz – que hablando claro suelen ser abandonados, despreciados o marginados por sus familias, la sociedad, o ambas.

Además, era importante que no me hubieran pedido dinero antes, ya que en caso contrario estaría recompensando su mendicidad y empujándolos a la triste profesión de “niños mendigo”, reforzando la percepción de verlos como fuentes de ingresos por sus padres o protectores.

Los resultados los veréis cuando pueda subir las fotos, pero os adelanto que el brillo que se encendió en los ojos de esos niños, casi me ciega. Aún estoy deslumbrado.

Nota: en Valencia llamamos “ninots” a muñecos, normalmente de cartón-piedra, que se asocian a críticas sociales, contienen ilusiones y se queman en la noche de San José. Dicen que de las cenizas brotan estas ilusiones por una sociedad mejor.

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