sábado, 25 de agosto de 2007

Patan, Patrimonio de la Humanidad

Si hoy me ha impresionado Gokarna, ayer me conmovió la impresionante ciudad de Patan.

Caminar por su plaza Durbar es como trasladarte al tiempo remoto donde las caravanas indias convergía para reponer fuerzas y presentar ofrendas a sus dioses, antes de emprender la dura marcha hacia el Tibet. No es una plaza convencional, sino un espacio enorme donde distintos templos surgen hacia el cielo, cada uno de ellos con cientos de detalles esperando a ser descubiertos.

Los favores de Ganesh, el hijo de Shiva y Parvati, debieron ser los más solicitados, por su capacidad para mover - ya sea quitar o poner - obstáculos del camino. Y por ello debe ser que esté presente en tantas partes de la ciudad.

Aunque el bello templo de Khrisna es el que más atrajo mi vista, su estilo indio difiere del predominante newar, pueblo que reinó en el valle de Katmandú y mas allá.

Dominando la plaza se encuentra el espectacular palacio, que alberga uno de los más interesantes museos del subcontinente indio, según la Lonely Planet. En él puedes admirar antiquísimas esculturas en piedra del panteón indio, infinidad de budas en infinidad de posturas y gestos de manos - cada uno con su significado -, murales, figuras en bronce y fotografías antiguas de la plaza...evocadoras de un mundo que no ha dejado de existir.

Salí conmovido, abrumado de tanta belleza, sintiendo haber conectado con un pasado remoto... sin imaginar lo que el destino me tenía preparado para el día siguiente.

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